La europea regresó a nuestro país, esta vez, con su primer show en solitario, ante un Movistar Arena llenísimo que se entregó desde el primer minuto al viaje onírico que la artista les tenía preparado. Lejos, de los shows del año.
Escrito por Ki
Fotos por @el.eme (Lotus)
La noche en el Movistar Arena prometía magia desde el momento en que el público comenzó a llenar el recinto. La noruega Aurora, conocida por su autenticidad y sensibilidad musical, traía a Chile su gira 'What Happened To The Earth? Part 3', una serie de conciertos marcados por la conexión espiritual y el llamado urgente a proteger el medio ambiente. Cuando las luces del recinto se apagaron y el escenario se iluminó, el silencio inicial fue roto por un estallido de aplausos y vítores de los asistentes, ansiosos por sumergirse en el universo introspectivo de la artista.
Luego de un breve video, donde la artista actúa y saluda al público, Aurora apareció en el escenario con una estética delicada, casi etérea. Envuelta en un vestido blanco (o color crema) y descalza, sus movimientos parecían sincronizados con una energía natural que llenaba el ambiente. Su primera canción fue 'Churchyard', un temazo que puso en marcha un viaje musical lleno de momentos de introspección y reflexión. Su voz, suave y poderosa a la vez, reverberaba en el espacio, creando un ambiente casi religioso. Los asistentes, muchos de los cuales vestían ropas en honor a la artista, recibieron cada palabra y cada nota como si fueran mensajes directos al corazón.
Dentro de los primeros cuarenta minutos de concierto, este debió pausarse en cuatro ocasiones, debido al desmayo de algunas chicas del público, producto de la deshidratación por haber estado tantas horas esperando a la artista, como también, porque el Movistar Arena estaba más caluroso que de costumbre y eso pudo haber sido un factor clave. Fue la misma Aurora quien paró todo, preocupada por sus fans, preguntándoles de forma reiterada si se encontraban bien, además de solicitarles a los guardias que llevarán agua hacia las afectadas. Si bien, fue un momento serio, en estos gestos nos pudimos dar cuenta del tipo de persona que es la noruega: cercana y empática.
Cerca de la mitad del concierto, Aurora interpretó 'Exist For Love', una canción que celebra el amor en su forma más pura y universal. En ese momento, la iluminación se tornó cálida y tenue, creando una atmósfera de intimidad. Aurora expresó cómo el amor, en todas sus formas, es la fuerza que conecta a los seres vivos y cómo es necesario mantener ese amor no solo entre las personas, sino también hacia la naturaleza. Muchos en el público se tomaron de las manos o abrazaron a sus acompañantes, creando un espacio compartido de ternura y solidaridad.
La escenografía y el diseño de iluminación del concierto fueron claves para lograr la atmósfera mágica que caracteriza a sus presentaciones. Los tonos rojos, verdes y azules, proyectados de manera estratégica, evocaban paisajes naturales y trasladaban a los asistentes a un bosque encantado o a un océano profundo. Cada canción tenía su propio set de luces, adaptado a las emociones que evocaba, desde una luz tenue y dorada para las baladas hasta destellos vibrantes para los momentos de mayor energía. La cuidada puesta en escena lograba hacer que cada canción se sintiera como un capítulo diferente de una historia sobre la conexión humana con la Tierra. A destacar también, los vídeos que acompañaban los temas, en su mayoría, protagonizados por la misma Aurora.
Cuando ya comenzaba el tramo final del setlist, apareció 'The Seed', una de sus canciones más potentes. La creación, con su lírica impactante y su ritmo envolvente, se convirtió en un clamor colectivo en el Movistar Arena. El eco de “You cannot eat money, oh no” (No puedes comer dinero, oh no) resonó con fuerza, y fue evidente que Aurora había logrado no solo un espectáculo, sino una experiencia de concientización.
Además de su repertorio reciente, Aurora interpretó algunas de sus canciones más queridas, como “Runaway” y “Running With the Wolves”. Estos temas fueron recibidos con especial entusiasmo, mostrando cómo sus primeras composiciones siguen siendo un refugio emocional para sus seguidores. La interpretación de “Runaway”, en particular, fue un momento catártico en el que Aurora, visiblemente emocionada, agradeció al público chileno por su amor y dedicación. Esta canción, que se ha convertido en un símbolo de escapismo y anhelo de libertad, adquirió una nueva dimensión en vivo, con el público acompañando cada palabra en un emotivo coro.
Uno de los momentos más emotivos de la noche, era que no, fue su interpretación de 'Cure For Me', una canción que trata sobre el autoamor y la autoaceptación. En un breve interludio, Aurora habló sobre la importancia de aceptarnos a nosotros mismos y celebrar nuestra singularidad, un mensaje que resonó especialmente entre los fanáticos que a menudo encuentran en su música un refugio seguro para la expresión personal. La energía en el recinto se volvió palpable, con el público coreando las letras y moviéndose al ritmo, creando una sensación de unidad y celebración.
El cierre de la noche fue, como no podía ser de otra forma, apoteósico. Aurora, agradecida y con evidente emoción, interpretó 'Invisible Wounds' como despedida. En esta canción, su voz alcanzó un tono que parecía transmitir todas las emociones acumuladas a lo largo de la noche. El público aplaudió hasta el último acorde, despidiendo a una artista que, más allá de ofrecer un concierto, había compartido un pedazo de su alma y su compromiso con el mundo.
La noche con Aurora en el Movistar Arena no fue simplemente un concierto; fue un recordatorio de la belleza de la Tierra, la importancia de la autoaceptación y la necesidad de cuidar nuestro hogar común. Con su autenticidad y entrega, Aurora demostró por qué su música ha tocado a tantas personas alrededor del mundo y dejó en el público chileno una profunda huella que seguramente perdurará por mucho tiempo. Resultado para nada extraño, ya que fuimos testigos de uno de los shows más impresionantes del año.
0 Comentarios